imagen de: https://www.google.com/search?q=mujer+bajo+las+sabanas%C2%B4&sxsrf=ACYBGNR283n8FgUrZMr-Lt0f-BBLygoTdw:1568770092199&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiWo9GAnNnkAhUQ2qwKHbsUBMYQ_AUIESgB&biw=1024&bih=655#imgrc=QUxeUtbeoc9pDM:
Llueve querido, la ciudad suena desafinada. Yo pienso en vos mientras descubro la humedad de mi pelvis, llueve y dibujo el aguacero en la última sombra que me dejó tu desnudez.
Nada queda entre nosotros, tan solo la espuma del mar que ayer naufragamos.
Llueve querido, y provoco el gemido que a escondidas dice tu nombre me vuelvo como una sirena sobre la roca a lo lejos.
Nada de esto debería de pertenecerte. Todo lo escribo a esta hora rota de la tarde.
Nada queda entre nosotros, tan solo la blancura de la sabana que un día te envolvieron y te hicieron mìo.
Llueve querido, no hay ningún pájaro que distraiga el viento ninguna piedra que rompa el rìo
Ninguna moneda que rompa el eco del pozo.
Ninguna herida que arroje la primera gota de sangre.
Nada queda entre nosotros, querido. Tan solo este canto desnudo, que me hace gemir mientras digo a escondidas tu nombre, como piedra que rompe la ventana.
Tomado del poemario ninguna tarde azul.
© Karen Valladares.
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