domingo, 31 de julio de 2011

Pepe Luis Quezada



Fotografìa: Karen Valladares
El Fuego



La poesía, león azulado,
sale a cazar estrellas.

El cielo duerme, cubierto de cadenas,
cierra los ojos para morir.

Las estrellas no aluzan el lindero,
por donde el leñador regresaba al hogar.

El lago ya no ofrece el alimento de los astros,
la chispeante leche del firmamento.

¿Dónde está aquel antiguo deslumbramiento?
¿No hay fuego ya en el pecho de los hombres?

jueves, 28 de julio de 2011

Canciòn de cuna

Muy rara vez una canción. Debiera
de ser una canción.
William C.WIlliam


Escucho la lluvia
la leve lluvia
la fuerte lluvia
la suave lluvia
la serena y calmada lluvia
la triste lluvia
la melancólica lluvia;
y me doy cuenta
que parpadean sus gotas en las ventanas
en el suelo
en el techo
en los transeúntes
en los paraguas viejos
en los capotes
en los parabrisas
en la suela de los zapatos
en todo.
Escucho la lluvia detenidamente
como si fuera una triste canción de cuna.

© Karen Valladares. Tomado de el libro: Maldita poesìa.

lunes, 25 de julio de 2011

Algunos poetas

El maestro del disfraz

Charles Simic

Seguramente anda entre nosotros
de incógnito: el cajero de un negocio,
el pibe del delivery, la chica
que atiende en la farmacia, un peluquero,
el tipo todo inflado del gimnasio,
la bailarina exótica, el joyero,

el paseador de perros, el cieguito
que pide “Una moneda, por favor,
¿no me puede ayudar?” por los vagones.
Alguien que está encendiendo una fogata
falsa en la chimenea también falsa
de una vidriera, mientras miran desde

el sillón con el rictus congelado
de una sonrisa un padre y una madre,
cuando la calle se vacía y llega
la hora de cerrar del funerario
y hasta el último mozo se va a casa.
Ese mendigo viejo, ahí parado

en el portal, la cara medio oculta;
y no descartaría ni a ese gato
negro que acaba de cruzar la calle,
ni al foquito desnudo que en el túnel
del subte está colgado de su cable,
y que se mueve cuando el tren se para.

 

 

 

 

Jillian Kwon

Esta canciòn es sòlo està canciòn 

 

Esta canción es sólo esta canción,
pensás mientras la ves de espaldas irse
por la calle, arrastrando la valija
de sus padres, que rueda y da saltitos
detrás de ella. Esta canción es sólo
esta canción, pensás al ver sus rulos;
el pañuelo floreado que compró
con vos, y que era igual a otro perdido
a miles de kilómetros de ahí;
el tapadito gris que no la abriga
lo suficiente; los botines negros
que sostienen su cuerpo largo y flaco.
Esta canción es sólo esta canción,
pensás al ver cómo la mancha gris
dobla la esquina. Esta canción es sólo
esta canción. Y existe en el invierno.




TED HUGHES

Imitar a cristo

Vos no querías imitar a Cristo. Aunque tu Dios
era papá y no creías en otro, vos no querías
imitar a Cristo. Por más que caminabas
en el amor de tu papá. Por más que contemplabas
como a una intrusa a tu mamá.
¿Qué tuvo ella que ver con vos,
salvo apartarte de tu padre?
Cuando la luna de sus grandes ojos
de párpados caídos
bajó casi hasta el suelo
prometiendo la tierra que veías,
vos viste tu destino, y le gritaste:
¡Aléjate de mí! Vos no querías
imitar a Cristo. Vos querías
estar con tu papá,
adonde fuera que estuviese. Tu cuerpo
te impidió pasar del otro lado. Y tu familia
que era carne de tu carne y sangre de tu sangre,
hizo las veces de barrera. Y cualquier Dios
que no fuera tu papá
era un dios falso. Pero vos
no querías imitar a Cristo.



Mark Strand

LA HORA TARDÌA

Un hombre va camino a la ciudad,
mientras que detrás suyo sopla una débil brisa
que huele a tierra y al verdor desnudo de los árboles.

Él va arrastrando el peso de su pasión como si nada
hubiese terminado, como si la mujer, que ahora está en la cama
acurrucada al lado de su amante, lo siguiera queriendo.

Ella está aún despierta, y mira cómo las cicatrices de la luz
se quedan atrapadas en los cristales.
Él viene a su ventana y se pone a llamarla;

se la pasa llamándola toda la noche pero no pasa nada.
Va a volver a pasar, él va a ir a buscarla donde quiera que esté.
Se va a apostar de nuevo bajo su ventana y se va a imaginar

que sus ojos se abren en la oscuridad,
va a ver cómo se acerca a la ventana y mira para abajo.
Ella va a estar despierta una vez más al lado de su amante

y va a escuchar su voz que llega de algún lado en medio de lo oscuro.
Es la hora tardía una vez más, la luna y las estrellas,
heridas de la noche que sanan sin un ruido,

de nuevo el luminoso viento de la mañana que viene antes que el sol.
Y, finalmente, sin esperarlo ni desearlo,
el desenlace solitario y anodino.

 

ELIZABETH BISHOP

 NECESITO UNA MÙSICA

Necesito una música que fluya
a través de las yemas de mis dedos
inquietas, sensitivas; por mis labios
temblorosos, manchados de amargor,
con honda melodía, clara, lenta
como el fluir de un líquido. ¡Ah, el mecerse
salutífero, antiguo, sí, y grave,
como una canción que se les canta
a los que han muerto, fatigados, para
que puedan descansar, una canción
que caiga como agua en mi cabeza
y mis extremidades, como un sueño
que a causa de un rubor resplandeciera.

La melodía obra cierta magia:
un hechizo de alivio, y calmo aliento,
y sosegado corazón, que se hunde,
entre colores que se van fundiendo,
hondo en la subacuática quietud
del mar, y flota para siempre en un
estanque que la luz reverdecida
de la luna ilumina al reflejarse,
en los brazos del ritmo y la modorra.



Denise Levertov

El hilo

 Algo tira de mí muy suavemente,
de manera invisible y silenciosa:
un hilo, o una red hecha de hilos,
que es más delgada que una telaraña
pero igualmente elástica. Yo aún
no comprobé su resistencia. No
fue que mordí un anzuelo, que al clavárseme
me desgarró. ¿Habrá sido hace poco
que este hilo empezó a tirar de mí?
¿O fue hace mucho? ¿Habré nacido, entonces,
con este nudo alrededor del cuello,
unas riendas? No es miedo, sino un súbito
asombro lo que me hace contener
el aliento, al sentir un tironeo,
justo cuando empezaba a parecerme
que se había aflojado y ya no estaba 

 

SARAH DIANO

UN SUEÑO

 Soñé que era invisible y que podía volar,
pero en el sueño no me colaba en la casa
de mi amante, volando por la ventana abierta
para espiar qué hace cuando no está conmigo,
ni entraba sin ser vista en la bóveda de un banco
y me quedaba ahí hasta la hora del cierre
para llevarme todo sin que me descubrieran.
En el sueño volaba por el espacio blanco,
y no existía el sonido, ni la imagen, ni el cuerpo;
pero no era la nada opaca de la muerte:
era el vacío y la consciencia del vacío

 

 

Traducciòn Ezequiel Zaidenwerg

sábado, 23 de julio de 2011

Javier Alvarado

Fotografìa: Karen Valladares


ENTERRADERO DE EL CIPRIÁN
  
En este enterradero todos tenemos epitafio
Una oscura canción que nos persigue desde el pasado hasta el presente
Como una guirnalda de pobres vegetales,
Estos muertos que me habitan a veces, que tanto cargo
Que corrijo en sus posturas, en sus gestos, en sus hábitos,
Que corren detrás de mí como el niño tras el llanto amargo del agua
Se van navegando junto a mi sangre
Como se va escapando el invierno en su fragata.
¿A dónde se fue quedando el ropaje de nuestros primeros abuelos
Y el disfraz de loca y pordiosera de mi abuela
Con su legajo estival después de pasar por los chamuscados
Telares del viento, si eso dicen que la locura entra por el aire
A su viento, donde todos hemos de ir con el primer himno o la campanada
Terrena de esta suerte, de ser huérfano en la luz,
En la territorialidad y en el polvo?
¿A dónde está ella y el cruel abuelo
Que fue dispersando sus hijos por la tierra
(Vitervo, Bredio, Janeth)
Como las cuentas prófugas de un collar
Que halamos con la rabia del tiempo, con esa sacudida
De los animales que vuelven del espasmo
Cuando la noche se posa sobre nosotros
Como un gigantesco amaranto o como un pulpo
Que se ha sacado partituras con el orgasmo pétreo de su tinta?
Oh, mis primeros muertos que el chubasco del invierno
Me trae en desordenadas imágenes
Donde se contemplan el bestiario de las musas
Si no he podido contemplar la levadura de sus huesos
¿Dónde está su tumba, abuela inmemorial de maíz y greda
Marcaria Espinoza la que se fue sin ataúd
Sólo con la mortaja de llanto de sus hijos ausentes
En su humildad y en su locura?
Nosotros abandonaremos estos cuerpos, habitaremos estas burbujas
Que el invierno escupe.
Habrá tumbas desde el cielo a la fragata,
Nos hospedaremos en tu casa y seremos todos tan reales y desconocidos.
Éste es tu enterradero de El Ciprián, donde todos tendremos epitafio.
EMILY CON SU FIRMAMENTO HERMOSO
Hay otro firmamento
Siempre sereno y hermoso.
Dickinson
Emily mira el jardín interior que está más allá de las murallas
Quisiera tomar ese territorio                 donde pule su cayado el peregrino:
Donde la sombra encuentra su gemelo
Y donde dice:
Poeta
entra en mi jardín, hermano, hay un firmamento hermoso.
En los días ella toma el hilo y la costura;
Poda la perfección de la flor en cada paso
Va sembrando una balada
En cada pétalo que deshojan las alcobas
Donde se yergue el mausoleo a la belleza
En los ojos donde beben fuego las golondrinas de la sangre.
De resistirse al océano de las almas
Su padre un pastor de iglesia, la conmina
A la reverencia de las luces
Y las aguas
En el rebaño del señor,
Como una oveja saludosa
Que va del pasto ennoviado
Hacia pájaros y campanas que se apagan
Es el recuento de una historia y de otra historia,
Esposa purpúrea y blanca
Donde el sol penetra como una cabra en el bostezo
De los escarpados soles de nuestras vidas y las vidas.
Allí plantando un verso,
Un poema para la bolsa
La crónica de plata
Donde la sombra encuentra su gemelo
Y donde dice:
Poeta
Entra en mi jardín, hermano, hay un firmamento hermoso.
ENCUENTRO CON LOS ALMENDROS
A Carolina, Damiana y Mercedes, 
por compartir sueños debajo de los almendros
Camino y mi eternidad se va a buscar la sombra
De todos los almendros. Alguien los ha cortado
Y los vuelvo a sembrar en la memoria.  Quizás indagando
Sabré a donde están las frutas que cobijaron
La vastedad de todos los dominios; esas estrellas sucias
Que recrea el grumete regresando de la calma
De su cimitarra hueca,
De los vestigios de esa caza
Y de esa numerología que nos hacía desenterrar los rostros
De las antiguas cabalgatas,
Cuando los campesinos amarraban
Los caballos y éstos sacudían sus belfos
En la corteza señalada por los augurios y el amor de antaño.
Esa corteza fue nuestra madre y la placenta de otra tierra,
De otros espíritus que hoy se enlazan en el brillo
O en la jarcia encaminada
De las iniciales de otros troncos
Yo vuelvo a entrar a la casa de los abuelos con el sol desparramado
En las gradas del verano,
El invierno y sus lluvias
Cosen un traje oscuro para que dome  las tinieblas
Cuando hay sangres
De otros espejos tiritando
Entre las hojas secas y verdes
Que hacen renacer el pacto de Dios en la pupila
Que  jamás se apaga después de reflejarse en la corola de los cielos.
Nadie me anuncia y llego al patio donde alguna vez estuvieron.
Me reciben sus esqueletos y algunos vestigios de sus vestimentas.
Quisiera imaginar que ahí están mirándome
Con sus gibas y sus promontorios de fruta verde y rosada
Y después color marrón para el asedio de nuestras bocas infantiles.
Ahora el hambre es otro designio
Para esto que no llevo
Y no sé nombrarlo.  
Todas las coristas y las núbiles doncellas
Apedreaban la pulpa viva hasta que aparecían los huesos  íntimos
De esa fertilidad eterna; 
Allí se quedaron nuestros juegos
Y la muerte que es la brisa sacude el patio interior
De ese recuerdo.
Entre la suciedad y el polvo una fruta queda
Para rememorar lo que ya existió. 
Tomo una piedra y machaco el milagro,
Aparece la vida y la coloco sobre mi boca
Y mi lengua almendrada  rompe a llorar.

jueves, 21 de julio de 2011

URBANO Y NO TAN URBANO


Esto es lo que vemos a diario. Un hombre en olvido, niños que inventan ser felices, hombres y mujeres que venden esperanzas a orillas de una calle. Un par de terrezas polvosas y casi olvidadas. Algunos cielos que cambian de color, y una mano que escribe para no olvidar jamàs.



martes, 12 de julio de 2011

Jerónimo: Guerrillero de la música hondureña

Por Jorge Martínez Mejía



Pueblo. Puro pueblo el cabrón, desde cipote.

Cantaba empuñando la guitarra, disparando a lo loco
su música de balas,
de voces arrastradas y pechos de sangre, 
de horribles manos
fracturadas.


No era filósofo sino testigo del asesinato,
del abismo, 
del oscuro pozo de nuestro nombre.


No podía ser cantor, ni poeta, 
su anti música lo delataba,
era sólo un hombre cantando;
puro pueblo el cabrón.


Escogió morir para acompañar a Facundo…
Por eso estos días tienen menos música, 
menos gritos, menos pendejadas,
menos poesía para obreros,
menos cantos de pan,
menos palabras indignadas.


Qué mal cantor eras, Jerónimo, que mal poeta…
Te subías al escenario como un obrero al andamio,
y gritabas tu canción, atropellada,
como un busero que canta.


No había glamur en vos…
Te valía verga bostezar en el concierto,
mostrar tu calcetín roto,
o decir sin ambages, “cómprenme este disco,
porque hoy no andamos ni para un fresco”.
Eras puro pueblo, Jerónimo, puro pueblo.


Así te vamos a recordar,
gritón y exacto,
guerrillero de la música hondureña,
generoso y atroz.


Y no te vamos a poder olvidar
aunque queramos,
porque no había peor poeta,
peor cantor,
porque eras puro pueblo, cabrón,
puro pueblo…
envergado y revuelto…

miércoles, 6 de julio de 2011

Un viejo cadáver exquisito encontrado en la camisa de Edilberto Cardona Bulnes



Fotografìa: Karen Valladares


También tengo una fotografía parlante

y un murciélago.
Enciendo la lámpara y tomo la tijera
para cortar mis viejos trapos
que me gustaba ver caer
con botones y todo,
hebra por hebra,
al césped donde los
niños reían con su sol aplastado
y su magia temblorosa
de siglos.
Ya no cae la lluvia.
Cerca de mis viejos zapatos,
agazapado,
un ángel intenta encender el ventilador,
ya muerto,
con flores y otras pendejadas similares.
Descendido al simple
juego
de olvidar mis cosas,
por fin estoy de pie.


Soy Edilberto Cardona Bulnes,
he vuelto,
y me nombrarán Enrique.


© Jorge Martínez Mejía



Nadie vio la muerte

Y la muerte nadie la oía

Pere Gimferrer

Nadie la vio venir.
Nadie sintió sus pasos
nadie escuchó su voz temblorosa y oscura.
Nadie vio su silueta en los pasillos y en las paredes
nadie la vio postrada en una cama
tampoco nadie la vio irse
con alguno de nosotros en sus brazos.



© Karen Valladares. Tomado de el libro: Maldita poesìa.

sábado, 2 de julio de 2011

NUESTRAS REFLEXIONES EN EL FNRP constituyen en este momento el aceite de su movimiento

Fotografìa: Karen Valladares


Por Jorge Martinez Mejìa


Creo que es necesario colocar todas nuestras dudas y propuestas al frente para orientarnos en la lucha. Yo, por mi parte, siempre he considerado que existen dos enfoques, dialécticamente complementarios. 1. El plantemiento de la Refundación desde la construcción de poder popular desde la base; y 2 la Conquista de espacios de poder mediante la lucha directa con la oligarquía. Estos dos planteamientos corresponden a la observación directa de los caminos que sigue nuestro pueblo en su lucha. Yo, para poder aclarámelos les he llamado las dos esferas de poder popular en el FNRP. Nuestras comunidades, nuestra gente de adentro, especialmente del campo y de las zonas marginadas, se guían no por el análisis, sino por la intuición, por ello detectan la segunda esfera como la prioritaria, es decir, la lucha por el rescate del poder que le ha negado permanentemente la oligarquía, y la identifica con el símbolo de nuestro compañero Presidente Manuel Zelaya, por quien surgió el FNRP, es decir, por su derrocamiento. Creo también que al no ser excluyentes estas dos esferas de lucha, lo que debemos aclarar son las prioridades para no desperdiciar el tiempo en discusiones inútiles. A mi entender, en esta coyuntura es prioritario organizarnos para la batalla política, para la creación del Frente Amplio, afinarlo como una máquina victoriosa. Porque no tendremos los mismos momentos más adelante. El momento de "montarnos en el tren de la historia" significa no desperdiciar la coyuntura trabajando por lo necesario en este momento. Nuestra tarea entonces es organizarnos para que nuestro pueblo se movilice con agilidad en las siguientes elecciones y derrotemos a la oligarquía y sus aparatos. La lucha social, la protesta, la construcción de poder popular, la orgabnización del barrio, la organización de la vida social, es un proceso permanente que va integrado en cada etapa. Pero dedicarnos a reclamarle al gobierno por asuntos que ni siquiera va a resolver, es una pérdida de tiempo valioso. Yo, modestamente opino que debemos concentrarnos en sumar, unir, estrechar el trabajo de barrio y avanzar en la estructuración del Frente Amplio, que en definitva es el mismo FNRP en su mutación de "la resistencia al poder

Mientras escribo

  Mientras escucho este playlist (194) Relaxing Soul Music ~ lets share music ~ Chill Soul Songs Playlist - YouTube Escribo sumergida en el ...