miércoles, 25 de septiembre de 2019

Escribo




Escribo por mi desesperación y mi cansancio, ya no soporto la rutina de ser yo,

C. Lispector



Escribo para no pertenecer a la sombra, para no ignorar la luz que explota en las afuera de la ventana, para no ver de reojo la neblina a las 4 de la madrugada, para obviar al frío sin que escriba tu nombre desde mis pies hasta el centro de mis pechos.

Escribo para que la soledad no sea la causante de mi suicidio próximo mientras escucho a Mozart o algún vals de Strauss, alguna canción o melodía de piano o violoncelo, sigo sola a esta hora de escritura –

La tristeza  no la provoca la lluvia, la tristeza no la provoca la ausencia del amado o este tal ves si la provoca, todo entra en duda. El dolor, insisto, puede ser de otras formas. Exiliarnos en el cuarto donde el insomnio es el fantasma que nos carcome y nos vuelve mariposa sin vuelo.

Nuestro vuelo apenas parpadea, el dolor, insisto puede ser de otras formas.

Escribo cada vez que el aguacero refleja la palidez de la ventana,  cada vez que la noche el silencio me hace romper las páginas el silencio es entonces, una mancha en esa página.  


Tomado del poemario Ninguna tarde azul
©Karen Valladares dar click al siguiente enlace para escuchar audios.-
Los vals màs hermosos

martes, 17 de septiembre de 2019

Carta número 1

imagen de: https://www.google.com/search?q=mujer+bajo+las+sabanas%C2%B4&sxsrf=ACYBGNR283n8FgUrZMr-Lt0f-BBLygoTdw:1568770092199&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiWo9GAnNnkAhUQ2qwKHbsUBMYQ_AUIESgB&biw=1024&bih=655#imgrc=QUxeUtbeoc9pDM:

Llueve querido, la ciudad suena desafinada. Yo pienso en vos mientras descubro la humedad de mi pelvis, llueve y dibujo el aguacero en la última sombra que me dejó tu desnudez.
Nada queda entre nosotros, tan solo la espuma del mar que ayer naufragamos.
Llueve querido, y provoco el gemido que a escondidas dice tu nombre me vuelvo como una sirena sobre la roca a lo lejos.
Nada de esto debería de pertenecerte. Todo lo escribo a esta hora rota de la tarde.
Nada queda entre nosotros, tan solo la blancura de la sabana que un día te envolvieron y te hicieron mìo.
Llueve querido, no hay ningún pájaro que distraiga el viento ninguna piedra que rompa el rìo
Ninguna moneda que rompa el eco del pozo.
Ninguna herida que arroje la primera gota de sangre.
Nada queda entre nosotros, querido. Tan solo este canto desnudo, que me hace gemir mientras digo a escondidas tu nombre, como piedra que rompe la ventana.
Tomado del poemario ninguna tarde azul.
© Karen Valladares.

Mientras escribo

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