domingo, 10 de mayo de 2020

Diario


10  de mayo   2020


Llueve, es domingo,   y no sé cómo se escribe la lluvia.

No sé cómo se escribe el viento

No sé cómo se escribe ventanales opacos

Mi corazón es por ahora un puente tambaleandose


domingo, 3 de mayo de 2020

xx

Madre descuartiza a sus dos hijas en Honduras,
Noticia real, Honduras, noviembre 2019
He perdido la cordura, no reconozco el rostro pequeño de mis hijas ni la voz de ellas gritando en los al rededores de la casa , no me reconozco en los espejos ni en el reflejo del agua clara.
He olvidado mi nombre, puedo llamarme, Sofia, Eleonor, Lizeth, Virginia, no sè còmo me llamo.
He olvidado el nombre de mis hijas, su sombra tambaleante como duendes debajo de los árboles o de los sofàs. A nada le temo cuando estoy sola en la casa. O pueda que a veces me vuelva loca. Dibujo cuerpos desnudos en las paredes , jeroglíficos que jamás entiendo, me veo al espejo y no sè quièn soy. Tengo la mirada dilatada.
Y el corazón es un puñado de abejas que pican con rabia.
El insomnio tiene meses y meses de volverme loca, no sè què significa la noche, no, no es ningún pájaro oscuro, no es ninguna moneda cubierta de sombra de algún árbol o de alguna cosa màs grande.
Les juro, vivo sola, no tengo hijas, no tengo familia, no tengo marido . –Nada sè yo del tiempo y de los relojes.
Las niñas, me llaman madre, me llaman, madre, me llaman madre, yo las sigo viendo como sombra, como polvo, como gatos salvajes que estorban la casa, pienso en la muerte, y dibujo la muerte con una piedra, con un cuchillo. El cuchillo es perfecto.
Veo sus cuerpos, les abrazo, mis hijas, y vuelvo a pensar en la muerte con cuchillo en mano, les hago pedazos, y ya no soy madre y ya no tengo hijas
Tomado del poemario En mi una cicatriz.
Derechos reservados

Esperma.

Probé tu esperma mientras sostenía el vaivén de tus caderas y mi rostro respiraba lento el sudor pálido de tu pelvis.
- Hacia frío- pero eso no era importante para nosotros.
Tampoco la oscuridad de la habitación blanca.
Importaban otras cosas en ese momento.
Importaba reconocer tu piel sobre mi piel desnuda
Y el áspero de los gemidos.
El síndrome de meniere se apoderaba de mi pero yo fingía tener el perfecto equilibrio. Aprendí de memoria tu olor
Y saboreé con mi boca cada parte de tu cuerpo, supe entonces que te pertenezco.
Ahora tu cuerpo desnudo pronuncia lentamente mi boca.

Derechos reservados,
Karen Valladares.

Amo a un hombre


Amo a un hombre que habla de pájaros y el ruido estridentes que éstos hacen cuando alguien se les acerca a su nido.
No son pájaros comunes dice.
Pero él los hace ver geniales y asombrosos.
Amo a un hombre que también habla de montañas y de guerrillas
De libros y poetas que murieron exiliados.
Mientras el habla yo lo escucho atenta para memorizar cada uno de sus gestos y amarle aún con más ternura.
El sabe de música tanto como yo lo sé. Sabe de la intensidad que nos invoca a ambos cuando estamos juntos y absolutamente nada importa
Amo a un hombre que sabe hablar del viento y de las carreteras abandonadas y de los puentes mal construidos a puntos de desbordarse por tanta soledad
¿ A quien le interesa la matemáticas y el diseño perfecto de un puente ?
Pero el sabe, mi amor sabe que lo escucho con atención y ternura.
Amo a un hombre que lee libros de Valle y de José Ángel Buesa.
Que también canta a Caetano veloso así como yo lo canto.
Amo a un hombre profundamente y quizás el no lo sepa.
©®kV
Del poemario nosotros ese mar ese silencio.
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