lunes, 25 de febrero de 2013

Breve muestra de Mía Gallegos


Hija de la tierra soy

III
Hija la tierra soy. Amante de la muerte.
A menudo en mis sueños la verdad se revela por
completo.
Crecen mis manos y mis pies hasta enroscarse
en un enorme tronco.

Deja que sea yo quien te penetre. Aunque
sea por una sola vez.

Soy dueña tan solo de mis lágrimas.
No sé llorar por dentro.





Mía de nadie

Mía Gallegos.
Mía de nadie. Mía de mí.
Sin una biografía.
Tierna. Casi ácida.
Con un destino trazado
en una cruz.

Mía Gallegos. Mía de nadie,
de nadie, nadie, nadie, nadie.
Aferrada a la ternura
como único pan que no consuela.
Mía de nadie. Mía de mí.
Sin aire. Umbría.
Deja que el tiempo pase.
Deja que la vida pase.
Deja que el amor pase.
Deja que la muerte pase.

Mía sin biografía y sin abuelo.
Sin un sitio.
Ni siquiera santa.
Ni siquiera puta.
Mía de mí.



Vuelvo a la noche

De pronto vuelvo
a la noche
con mis zapatos de agua.

Me desnudo
en el lento
ejercicio de mis manos
y busco
solamente
un objeto mío,
un pequeño barco,
un cometa,
un circo de inventadas cosas,
figuras cotidianas,
tuyas y mías,
que amo.

Pero sé
que de pronto
me vuelvo inaccesible
y vuelvo a ser silencio
y llama oscura,
donde mi barco
se escapa de tu orilla.

domingo, 10 de febrero de 2013

Follemos



Imagen: Helmut Newton


Follemos
Si quieres follemos hasta morir…
Manuel Vilas



Todavía respira el día.

Todavía mi cuerpo siente,
todavía mis piernas están abiertas,
todavía me encuentro con el cuerpo desnudo,
con los pechos erectos,
el vientre enfurecido.
Mis muslos sudorosos
mis pies descalzos bajo la sábana.
Toda dilatada,
toda yo húmeda
toda la casa excitada
todo el jardín oliendo a sexo.

Yo, la mujer desnuda,
sola, frente a vos,
para que me hagás a tu antojo.
Sacúdime,
estreméceme;
sácame los fantasmas
los espíritus inmundos,
mis demonios.
Arráncame los insomnios y las noches profundas.
Sácalo todo,
sacúdime, alborotá mi pelo, mis ojos.
Mi nombre lánzalo a las paredes, hacelo añicos.
Rómpeme. sin tabú.
Desaparéceme en tu cuerpo
erecto.
Desaparezcamos juntos,
en un grito,
donde nuestras voces se unan en una misma sombra,
una misma silueta, un mismo espejismo,
un mismo suicidio.
Una misma sangre.
Vamos, no hay tiempo suficiente.
Las horas se adelgazan, se vuelven transparentes,
hurañas, indiferentes.
Vamos, follemos hasta que amanezca
y se nos acaben los aullidos, los orgasmos y el Kamasutra.
Follemos vida mía, que nada interrumpa nuestra desnudez 




©Karen Valladares, tomado del libro: Maldita poesía, editorial Grado cero.

sábado, 9 de febrero de 2013

La poesía no es ningún país

Por Jorge Martínez Mejía







Al principio me pareció un prejuicio político por la deuda impagable de la masacre de la conquista. Sin embargo, a ese prejuicio se anteponían las lecturas de Octavio Paz y su patria hecha de estilos, nombres y retazos de Historia; de Alfonso Reyes y su patria como escenario de voces, ecos y resonancias antiguas; de Borges cuya patria es el universo. No se trataba de la poesía como territorio común, o de la lengua como noción de patria; se trataba de una musicalidad falsa, recuperada a veces en Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Leopoldo Panero; y encontrada de manera definitiva en Rubén Darío, pero por su inocencia. El rechazo, no de la musicalidad falsa, sino de la falsedad de la poesía española, comenzó cuando descubrí el simbolismo de manera directa en Baudelaire, o el experimento poético de Mallarmé, donde la poesía como musicalidad desaparece para concretizarse, para materializarse en una clave de totales correspondencias. Cada una de estas búsquedas de la poesía en otros ámbitos geográficos me alejaba más de la poesía española, o de la lengua española como patria de la poesía. Retornar a Pablo Neruda, a pesar de haberlo leído antes que a César Vallejo, fue desanudar el truco de las palabras para conectarme con mi propia tierra, para encontrarme con mis propias palabras. Pero nunca pude llegar a ellas de no ser por Carlos Pellicer, José Juan Tablada, Xavier Villaurrutia, Octavio Paz, Alí Chumacero, José Gorostiza, Jaime Sabines y Nicolás Guillén. Y nunca, definitivamente nunca, me identifiqué mejor con un poeta como con Hefraín Huerta, a pesar de haber conocido su obra hasta llegados los noventas. Quizás al mismo tiempo que conocí a Reverdy. Con la nueva generación de poetas mejicanos me sentí mejor identificado que con los del grupo Contemporáneos. A partir de Juan Bañuelos, ya uno se encuentra en su verdadera tierra y entre su gente; o entonces entre los poetas hermanos como Raúl Garduño, Alejandro Aura, Leopoldo Ayala, José Carlos Becerra; entre otros. De aquí, hasta llegar a Mario Santiago Papasquiaro, es un paso afortunado. Y no obstante, siendo casi contemporáneos junto a Juan Carlos Bautista, Ernesto Lumbreras, Jorge Fernández Granados y José Eugenio Sánchez; Mario Santiago Papasquiaro y Juan Carlos Bautista me son más próximos que nadie, que cualquier poeta hondureño, inclusive.

Entonces vas aprendiendo. La poesía no es ningún país, la poesía es el barrio en que vivís, es la calle, el bar de la esquina. Es la mejor de tus patrias, es la bicicleta tirada en la calle, la taza de café, la cerveza con tus amigos, la mirada en los ojos, los gallos que joden en la madrugada y los perros que te ladran; es la única palabra que tenés para decir. 


Mientras escribo

  Mientras escucho este playlist (194) Relaxing Soul Music ~ lets share music ~ Chill Soul Songs Playlist - YouTube Escribo sumergida en el ...