No me angustia este poema triste, porque de verdad no me importa la tristeza,
así como tampoco me importan las canciones de despecho,
las canciones asesinas.
Hay temporadas en las que me hartan todas las cosas,
el amor, los vestidos y los accesorios; las voces
y los malditos amigos.
Empiezo a creer que es necesario morir de vez en cuando,
sin importar que nos extrañen.
Me entierro sola.
Te entierro sola
donde se pudran las estrellas y se cuajen los cielos de aburrimiento.
Pienso reivindicarme, reivindicar y matar a aquel cabrón
que un día me jodió la existencia con la suya.
Ya nadie quiere vivir en esta mierdísima vida de angustia y rutina.
Hay que crear un fin del mundo pronto
y poner como regla tácita y expresa: jamás volverá a existir ningún génesis.
Porque estoy segura que nadie quiere volver a vivir
y ser el mismo.
©Karen Valladares
5 comentarios:
Morir de vez en cuando, vaya que sí, como Vicente Huidobro, que llamaba a las puertas de la muerte y huía despavorido.
Me gusta el tono, lo implícito y lo explícito. Es la antítesis de la poesía mamona que sigue tinturándose de gilipolladas.
Me gustó tu blog y el título del blog.
La voz de Honduras no está presente en Plumas Hispanoamericanas. Te invito a publicar allí. Artículos, poemas, crítica social, diatribas o memorias o lo que desees.
http://plumaslatinoamericanas.blogspot.com.ar/
Un abrazo Karen.
Estupendo poema, amiga. Te felicito.
Saludos
Gracias Jorge Muzam y José Valle.
Gran poema, me ha encantado.
Precioso poema. Tiene fuerza.
Publicar un comentario