Imagen propiedad de Karen Valladares
Si hay algo que nos sigue sorprendiendo en la poesía hondureña es el trabajo de Karen Valladares. Un estilo conocido hasta hoy como la NEGRURA SÓLIDA de su poemario Maldita Poesía. Una entrañable y aferrada búsqueda de lo cotidiano en su forma más cruda con un sesgo de aparente oscuridad que reivindica la voz de la mujer hondureña libre del amaneramiento pantanoso, libre del miedo a decir su palabra y su locura. No hay sectarismo y sentido de la marginalidad, pero sí una inconformidad con el establecimiento de códigos morales que ocultan las palabras oportunas encontradas únicamente en el respaldar de los asientos de los buses urbanos. Una voz nueva, dura y simpática, como la de las mujeres libres que construyen el nuevo imaginario de las letras hondureñas. Karen Valladares, indudablemente es la Negrura Sólida de nuestras nuevas letras.
Por Karen Valladares
Yo no tengo pelos en la lengua para decir las cosas.
Digo que disfruto del sexo, como disfruto caminar.
Aunque es distinto, porque al caminar no tengo orgasmos.
Digo que disfruto la poesía, los buenos libros, las buenas pláticas,
los buenos amigos.
La amistad es ciencia ficción y las palabras no lo dicen todo.
Yo quiero que las palabras me digan, que me cuenten cómo soy,
así, sin pelos en la lengua, sin rodeos, sin limitaciones.
Que hablen o me escriban un cuento o un poema, pero que digan,
no importa si hablan bien o mal de mí. Qué más da.
Yo no tengo pelos en la lengua para decir las cosas.
Digo me gusta el sexo, me gusta que me coja mi marido.
Que me agarre desprevenida, como la palabra al verso.
Como el brazo a la cintura. Como la voz a la boca. Pero que me coja.
Yo no tengo pelos en la lengua para decir las cosas.
Digo mis palabras. Atrevidas o no. Punzantes, infelices, denudas,
temblorosas, caídas, sumergidas, sedientas, orgásmicas.
Qué más da.
Yo simplemente digo las cosas. No me importa la plenitud,
lo infinito, la sencillez o la belleza.
Hay que dejar de pensar de vez en cuando, dejar de decorar la palabra, soltarla sin miedo,
sin comezón, sin tartamudeo. Sin pelos en la lengua.
Si hay algo que nos sigue sorprendiendo en la poesía hondureña es el trabajo de Karen Valladares. Un estilo conocido hasta hoy como la NEGRURA SÓLIDA de su poemario Maldita Poesía. Una entrañable y aferrada búsqueda de lo cotidiano en su forma más cruda con un sesgo de aparente oscuridad que reivindica la voz de la mujer hondureña libre del amaneramiento pantanoso, libre del miedo a decir su palabra y su locura. No hay sectarismo y sentido de la marginalidad, pero sí una inconformidad con el establecimiento de códigos morales que ocultan las palabras oportunas encontradas únicamente en el respaldar de los asientos de los buses urbanos. Una voz nueva, dura y simpática, como la de las mujeres libres que construyen el nuevo imaginario de las letras hondureñas. Karen Valladares, indudablemente es la Negrura Sólida de nuestras nuevas letras.
PGC
SIN PELOS EN LA LENGUA
Por Karen Valladares
Yo no tengo pelos en la lengua para decir las cosas.
Digo que disfruto del sexo, como disfruto caminar.
Aunque es distinto, porque al caminar no tengo orgasmos.
Digo que disfruto la poesía, los buenos libros, las buenas pláticas,
los buenos amigos.
La amistad es ciencia ficción y las palabras no lo dicen todo.
Yo quiero que las palabras me digan, que me cuenten cómo soy,
así, sin pelos en la lengua, sin rodeos, sin limitaciones.
Que hablen o me escriban un cuento o un poema, pero que digan,
no importa si hablan bien o mal de mí. Qué más da.
Yo no tengo pelos en la lengua para decir las cosas.
Digo me gusta el sexo, me gusta que me coja mi marido.
Que me agarre desprevenida, como la palabra al verso.
Como el brazo a la cintura. Como la voz a la boca. Pero que me coja.
Yo no tengo pelos en la lengua para decir las cosas.
Digo mis palabras. Atrevidas o no. Punzantes, infelices, denudas,
temblorosas, caídas, sumergidas, sedientas, orgásmicas.
Qué más da.
Yo simplemente digo las cosas. No me importa la plenitud,
lo infinito, la sencillez o la belleza.
Hay que dejar de pensar de vez en cuando, dejar de decorar la palabra, soltarla sin miedo,
sin comezón, sin tartamudeo. Sin pelos en la lengua.
Pero hay que seguir diciendo, seguir hablando...
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