Me reinvento latidos
sordo aleteo reposando en el lomo de una nube
nómada hija del sol
reinvento hombres canosos
con mariposas cantando en las alcantarillas
viudas sin senos
anidando inmigrantes bajo la lluvia
reinvento naufragios de azufre
donde la vejez bebe madrugadas de neón
maldiciendo a los ciegos sin memoria
en una fotografía de Wall Street
reinvento sudarios embriagados de arrugas
con el aroma del invierno
donde el asfalto recuerda
que el horizonte es un pubis
un labio
una oreja
una esperanza
en el ojo de la frontera
reinvento los suicidios de los grillos
con el asombro del gorrión antes de ser linchado
por el sueño del burócrata
sin auroras en los poros
sin un tan sólo demonio entre las venas
reinvento la lluvia del desierto
con mi rabia etérea de infancia taciturna
me reinvento sin el canto hostil
de los espejosde un Hollywood y tánatos
reinventándole latidos a la avaricia.
Bar I
Podemos susurrar nombres en cada gota derramada
alcohol perverso lámpara sumergida
en paredes azules: una línea cruza la vía láctea
adormeciendo los témpanos de la noche
nombre de mármol ebrio:
¿Dónde esconderás trenzas no besadas
escafandras dibujadas en cada sábana
desterrada en algún ardiente verano?
Y digo
un trago de vodka me recuerda a Joplin
olvidada en algún hotel: El amor no es un signo
de manos muertas
El bar de alpinistas estrujando mariposas incendiarias
de manchas de voces que no te desean
de gaviotas cavilando sobre el último arrecife
de esclavos sin nombre adivinando su nombre
entre las jaulas
Bryan Jones se embarcó en los cuatro puntos cardinales
divisó las pupilas vacías alzadas en las nubes
posadas en el lomo de un ave de rapiña
flotante cabellera imaginaria ola entre las venas
encontrando una ciudad extinta
donde aún el fuego arde en invierno
El bar de dedos hurgando algas entre el humo
de vírgenes tejiendo coronas
aparcándose en un mar de palabras
con el aroma de las mariposas negras:
LAS CABELLERAS GENTILES DESANGRAN
LA NOCHE CON LOS ÁNGELES DE MILTON
Un espejismo divide al cielo del infierno
la ciudad se incendia en una arista del recuerdo
y hoy la luz se apaga húmeda en las vértebras
de un cisne inmóvil con el cansancio
de frías calles de un poema vacío
en el corazón de los parques:
¿Dónde los ángeles humedecerán los labios
entre versos agitados con el oro
de una estatua acariciada por la lluvia?
Y digo
la ropa se mueve con el movimiento de las olas
y la sombra de las azoteas que hieren a la noche
a Sid con el corazón de algún gato
picoteándole un pezón a la luna
El bar con el miedo bordado
de pequeñas ciudades y recuerdos
con lámparas tuertas en los hombros
con la soledad encinta atravesando muros
con las palabras hartas del ruido del asfalto
atravesándole los sueños a Wallace Stevens
Un autobús azul se aparca a las doce de la noche
la sombra de un tigre estulto hace sonar tambores
extintos donde aun el fuego arde en invierno
Nuestro corazón hace arder
al ángel de los jardines: El delirio crea aves azules
sólo la luz sobrevive ante el abrazo de los árboles
ante el canto blanco diluido entre las pieles
Las manos edifican islas historias
convertidas en celdas en el pecho de las palomas
con el mensaje de que la ciudad húmeda fluye
con el rumor de la muerte entre las manos
Y digo
un trago de vodka me recuerda a Joplin
olvidada en algún hotel: El amor no es un signo
de manos muertas.
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