Los muertos.
La mesa estaba servida, la comida se había preparado a su gusto.
Me vestí muy elegante, para que nada saliera mal.
Él llegó muy puntual, lo hice pasar, nos sentamos a la mesa, abrió la
primera botella de vino, luego la segunda, la tercera,
todo iba perfecto, él no sospechaba nada, hablamos muy poco del tema por
el cual lo había invitado.
Dijo que era tarde, que quería dormir un poco, mañana hablaríamos.
Le ofrecí el cuarto de visitas, aceptó encantado.
Cuando se levantò de la silla, estaba muy mareado, no podía caminar,
hablaba incoherencias, le ayudé a subir las gradas, mi corazón latía a mil por
segundo, repetía: todo iba perfecto.
Al llegar a las gradas, mi abuelo estaba ahí, con su escopeta,
apuntándolo, sin ninguna misericordia. Tu día llegó, he esperado este día con
locura. De qué habla? dijo estoy viendo visiones.
Qué pasa, llevame al cuarto. Yo temblaba de miedo, pero debía seguir las
indicaciones del abuelo al pie de la letra. Seguimos subiendo, abuelo lo
apunto, y le dijo: hoy debes cruzar al más allá, pero joder, si tú estás muerto
yo mismo te enterré, si, estoy muerto, pero vengo a vengar mi muerte y la de mi
nieta.
Tu nieta? de qué hablas, si, tu mataste a mi nieta porque no te dió el
testamento, quién es tu nieta? es la joven que te tiene abrazado, para que no
caigas. El abuelo quitó el seguro de la escopeta, jaló el gatillo y disparó 2
veces, sin remordimiento alguno.
El tipo cayó a la primera grada, vio a la mujer que lo sostenía, gritó
como jamás nunca, murió en los brazos frío de la muerta.
Tiempo después, llegó la policía, encontraron el cadáver, pero nadie
supo, por què el tipo había gritado tan desquiciadamente, después de que se
escuchara el fatal disparo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario