No es cosa nada más de decir tu nombre.
Sentir que salpica en la lengua, en la garganta, en todo el cuerpo.
Pensar que este amanecer revienta en la ciudad,
Pensar que mi cuerpo humedece cada vez que digo tu nombre,
tu nombre, tu nombre es un insecto venenoso.
Me muerde cada vez que lo pronuncio.
No es cosa de decir madrugada.
Decir frío que craquea los huesos.
Decir ventana rota, soledad, cama vacía,
mis ojos al borde del llanto.
vuelvo a decir tu nombre.
Tu nombre es de color verde.
Tu nombre es un ácido que me desfigura el rostro.
Tomado del libro: Ninguna tarde azul
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